Abraham Bojorquez murió el 20 de mayo de 2009 atropellado por un bus interdepartamental en El Alto.
Era un artista que uso el hip hop para hacer su arte. En su lírica encontrarán ese rap de protesta y fue el pionero en cantar en aymara. De familia pobre con asiento en El Alto emigró a inicios de la década de 1990 a Brasil donde trabajó en la industria textilera y en los ratos libres fuera del taller de confección clandestino se encontraba con jóvenes que en portugués y portuñol construían sus cantos en rimas, reflejando la realidad de las favelas. Con esa idea llega a su ciudad de nacimiento, a inicios del 2003, conforma Ukamau y Ke y empieza a ofrecer conciertos en algunas discotecas alteñas donde se comenzaba a conocer el "micrófono abierto", cuando cualquier podía agarrar el micro y rapear sus composiciones. El público lo abucheaba o lo aplaudía, según el caso.
Los hechos de octubre del 2003 lo marcarían para siempre y le darían la pauta de hacia dónde llevar su canto. En ese entonces El Alto se convirtió en un campo de guerra, cuando militares intentaban controlar la revuelta popular de los vecinos alteños, quienes exigían la renuncia del ex presidente Gonzalo Sánchez de Lozada. Entre los tantos muertos que se registraron esos días, habían muchos que conoció Abraham. Fue uno de los momentos más jodidos en su vida, según contó en una entrevista.
Rap en aymara fue su carta de presentación en el mundo hiphopero alteño y boliviano y desde ese momento entrevistas en medios internacionales (Clarín) le abrieron la oportunidad para dedicarse de pleno a la música.
Mientras realizaba sus estudios de Comunicación Social en la Universidad Pública de El Alto (UPEA) combinó los talleres de hip hop que impartía en la Casa Juvenil de las Culturas Wayna Tambo en la ciudad de El Alto, en cuya emisora conducía el programa Rincón Callejero. Esos talleres parieron un sinfín de nuevos grupos raperos (o crews como se denominan en la jerga hiphopera), discos en solitario y muchas colaboraciones con destacados músicos como Álvaro Montenegro, Atajo o Santa Mandinga. Precisamente, con éstos últimos grababa su más último disco. Su música fue usada en la película The Linguists, clic para ver el trailer.
* Nota realizada por Richard Sánchez, para la revista TalCual Nº16, febrero-marzo del 2007.
Paceño de corazón y de cuna bonaerense -ojo, nació al final de avenida Buenos Aires, en La Paz- Abraham Bojorquez es uno pocos de los pocos raperos alteños que decidió hacer rimas en su idioma natal: el aymara. Representa a esos jóvenes migrantes campo-ciudad que hasta hace diez años ocultaban su procedencia étnica, pero que hoy la gritan orgullosos, con tal fuerza que hasta la prensa internacional volcó sus plumas hacía ellos.
Buscando la identidad
Abraham, de 24 años, es hijo único de padres comerciantes que suelen viajar por el país. Trabaja en la radio Wayna Tambo, brazo de la Casa de las Culturas del mismo nombre, con sede en la zona de Villa Dolores, conduciendo el programa Rincón Callejero, bandera del movimiento hip hopero de La Paz y El Alto.
Vestía hace poco una indumentaria que casi en nada le diferenciaba de cualquier rapero del mundo: pantalones jeans dos tallas por encima de la suya, polerones anchos con leyendas en inglés y una gorra con la visera ladeada a la derecha. Hoy ha cambiado. Los pantalones son tela oscura, las poleras sencillas y cubiertas con una chamarra con la inscripción bordada de su grupo, Ukamau y ké, y en la cabeza lleva un sombrero tipo borsalino, más conocido como sombrero de cholo. "Un abuelito me lo regaló en un concierto en la Pérez (Velasco). Bonito ¿no? Es difícil, pero también vamos a cambiar la forma de vestir. Antes nos vestíamos como raperos gringos, pero nos dimos cuenta que hay que tener identidad hasta en las ropas", explica mientras se acomoda en uno de los ambientes del centro cultural para la entrevista.
Costurero emigrante, de Sao Paulo a El Alto
Desde hace cinco años vive en el barrio alteño de Senkata, a una hora de la Plaza Murillo, junto a sus padres, con quienes se volvió a reunir después de una década. A sus 11 años, como miles de bolivianos, emigró buscando una mejor vida en los talleres de costura que existen en la ciudad de Sao Paulo, en la zona este, cerca de Itaquera. "Falo portugués", dice orgulloso.
"Primero fue un cacho de sufrimiento porque comienzas a trabajar desde las 6:00 a.m. hasta la 1:00 a.m. 'Las leyendas' son ciertas porque son tus propios paisanos los que 'te hacen pagar tu derecho de cancha'. Tratan de perjudicarte y de hacerte sufrir lo que ellos vivieron en un principio. Luego uno se acostumbra y, al final, ya puedes hacer lo que tú quieres". En su caso era rapear y lo hizo luego de las jornadas de trabajo en las tierras paulistas.
Bailaba tecno y rap como los muchachos de las zonas periurbanas de La Paz, pero en Sao Paulo escuchó el rap brasileño, cuya temática está centrada en la pobreza de las favelas, las drogas que circulan y la discriminación racial. Grupos corno Detenidos del rap, grupo que canta dentro de la cárcel de Carandirú, o Pabellón 9, fueron las primeras influencias musicales para Abraham. "Me gustó mucho su contenido y, al llegar a El Alto, empecé a frecuentar unos antros en la calle 2 de la Ceja, como el Melgarejo. Un DJ abrió el micrófono para que alguien pueda rapear y mis amigos, que sabían lo que hacía, me animaron a subir al escenario y empecé a rapear en portugués".
Así comenzó su historia, allí por el 2002, incluyendo obviamente los problemas, entre ellos de la falta de espacios para rapear, aunque por detrás se estaba generando un movimiento fuerte.
Meses después Abraham y sus amigos se enteraron que la radio Wayna Tambo daba acogida a este género musical y conformaron el grupo Ukamau y ké, junto al Llajuas (Ronald Bautista), quien por motivo de estudios abandonó el proyecto musical.
"A partir del momento en que estás metido en las manifestaciones y marchas tomas conciencia de lo que pasa en el país", dice Abraham, evocando a un amigo que cayó muerto a su lado cuando participaban de las movilizaciones sociales de octubre del 2003. A casi cuatro años del hecho, aún los recuerdos provocan que sus ojos se tornen cristalinos por las lágrimas a las que prohíbe salir. La experiencia le sirvió para dar un sentido social a las letras, ese "algo" que caracterizaba a las rimas comprometidas que escuchó allá en Sao Paulo.
En sus composiciones incluye ritmos nacionales e instrumentos nativos, como quenas, zampoñas o incluso una banda de música, además de la peculiaridad de rapear en aymara. "También es difícil pero se puede, es cuestión de agarrar el hilo y la rima fluye de por si de uno, y cuando sale ya nadie la para".
Futuro colega
Religión, pobreza, desigualdad, modernidad y medios son los temas que hallan un blanco en las rimas ácidas y directas de Ukamau y ké, algo que le trajo grandes alegrías, aunque también algunos problemas. "A Unitel nos invitaron dos veces a cantar, pero la segunda vez no me dejaron cantar el tema dedicado a los medios. Me dijeron que faltaba tiempo y que por eso me cortaron a medio cantar". La bronca de esa experiencia le impide quedarse callado y sin esperar invitación empieza a rapear con voz nítida y una pasión que asombra su tema Medios mentirosos.
"Estudié Comunicación Social en la UPEA (Universidad Pública de E1 Alto), pero por toda esta movida tuve que dejarlo, fija que vuelvo al año”, promete y extiende la mano seguro de ser un colega más. Por el momento se encuentra con varias actividades como los talleres de hip hop que es dando en los penales de San Pedro Chonchocoro, donde muchos jóvenes se han animado a contar su realidad detrás de las rejas, y también con la comunidad afroboliviana de Tocaña.
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