“las revoluciones no son un juego de niños, ni un debate académico en el que solo se enfrentan vanidades, ni una justa literaria en la que solo vuelca tinta. la revolución es la guerra, y quien dice guerra dice destrucción de los hombres y las cosas”
Cita de S.R. joven de 18 años, obrero metalúrgico, con descendencia judía de nacionalidad rusa otros dicen polaca llamado fue quien llevo al pie de la letra las ricas palabras de Bakunin.
Mientras el partido socialista tildaban aquellos anarquistas de “terroristas” o “locos sin patria” por aquellos tiempos el joven Simón ponía fin a la vida del coronel Ramón Falcón.
En 1906 preside el país FIGUEROA ALCORTA, el entonces Coronel Ramón Falcón (diputado entre 1898 y 1902) asumía como jefe de la policía federal, afloraba el estado agro-exportador y el neocolonialismo sumido a los dictados europeos. Mientras tanto miles de inmigrantes acudían a un milagro económico, escapados de la guerra y del asedio del hambre. Entre tanta inmigración venían muchos anarquistas quienes contagiaron ideológicamente al movimiento obrero.
Con tanto conventillo y anarquismo en los pasillos de esas grandes paredes se hacia política con los de abajo, mientras el estado se organizaba duramente para afrontar a un nuevo fenómeno social comenzaba a gestarse paralelamente la organización sindical.
Uno de los episodios mas sangrientos que protagonizara la represión fue el 1 DE MAYO DE 1909, dos actos obreros se organizaban para conmemorar esta fecha, cada uno de ellos correspondía a sendas centrales obreras. En plaza lorea se producirá la refriega entre policías y obreros que Ramón FALCON en persona la dirigía.
Muertos, heridos, detenidos, seria el saldo de esa jornada, los gritos de “guerra a los burgueses” o “mueran los cosacos” se escuchaban por las avenidas céntricas, a esto le sucedería una huelga masiva y violenta que duraría una semana en todo Buenos Aires.
En la historia de las represiones obreras, la del coronel Falcón quedó como una de las más cobardes y alevosas. En un primer momento se cuentan treinta y seis charcos de sangre. Para explicar el drama, el militar le echa la culpa a los "agitadores".
El 14 de noviembre de 1909 en la esquina de las avenidas Quintana y Callao, SIMON RADOWISKY hace justicia arrojando una bomba al orgulloso militar símbolo de los hombres de uniforme de la época. Luego Simón trata de suicidarse pero es capturado, condenado a muerte y, como es menor de edad, enviado a prisión perpetua en el penal de Ushuaia (a decir de los anarquistas de la época” la Siberia argentina”), con el agravante de en cada aniversario de su atentado contra Falcón “deberá ser llevado a reclusión solitaria a pan y agua durante 20 días”.

En la prisión Simón se convertirá en el “en el mártir de la anarquía”, místico de la resistencia y del altruismo, protagonizara una huida legendaria a través de los canales fueguinos hasta que es capturado por un buque de guerra chileno y entregado a los carceleros argentinos nuevamente.
Sus compañeros de ideas de todo el país no lo abandonan en ningún momento, miles de mítines y su nombre en todas las publicaciones en primera plana, hasta que en 1930 bajo el gobierno de YRIGOYEN se firmara el indulto, pero el gobierno radical no se aguanta al carismático "atentador" en territorio argentino y lo expulsa a Uruguay. Allí será detenido y poco después soportara presidio en la isla de Flores, hasta que en 1936 ya en libertad marchara a la revolución española a luchar contra franco, muere en México en 1956 mientras trabajaba de obrero en una fabrica de juguetes.
Como decía muy bien Severino di Giovanni, el deber que tienen los poderosos es hacer desaparecer de la faz de la historia a los hombres y mujeres que entendieron que morir por la causa de los pueblos no es una cosa de locos, por esos como revolucionarios debemos hacer que estén presentes en cada uno de nuestros actos...
“SIMON, LA FE NO DESMAYA
Y EL PUEBLO SI QUE RESISTE
TE HA DE SACAR, RADOWISKY
DE LAS MAZMORRAS DE USHUAIA”
"Mil y mil veces maldita tierra aborrecida del crimen, del sufrimiento y del sicario. Bajo el azote helado de tus huracanes gime el hombre; la angustia roe las almas de las víctimas; los abnegados, los Radowitzky, agonizan, mártires de la chusma del máuser, y, sobre el hórrido concierto de sollozos, se oye, siniestra, la carcajada del verdugo." Así comenzaba un volante del diario anarquista La Protesta, para el 1º de Mayo de 1918, el Día de los Trabajadores.
Los que más cantaron a Simón Radowitzky, llamado el "mártir de Ushuaia", fueron los payadores criollos en los mitines y asambleas obreras.
"Traigo aquí para Simón
este manojo de flores,
del jardín de los dolores
del alma y del corazón:
traigo para aquel varón
valiente y decidido,
este manojo que ha sido
hecho con fibras del alma,
en un momento sin calma
de rebelde convencido."
Así cantaba Manlio por la década del veinte.
"Los tiempos ya terminaron
en que hubo feudales bravos
que agarraban a los esclavos
y fiero los azotaron
¡Hoy no! Ya se rebelaron,
Y ese hombre hoy, febril y ardiente
cuando ve que un prepotente
burgués quiere maltratarlo:
cara a cara ha de mirarlo,
cuerpo a cuerpo y frente a frente!"
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