viernes, 3 de abril de 2009

Agustín de Hipona



Razón y fe
San Agustín comienza la búsqueda de la verdad de una manera casi desesperada. Ya a los diecinueve años se pasó al racionalismo y rechazó la fe en nombre de la razón. Sin embargo, poco a poco va descubriendo que la razón y la fe no se oponen, sino que su relación es de colaboración. La fe es un modo de pensar asistiendo, si no existiese el pensamiento, no existiría la fe. Por eso la inteligencia es la recompensa de la fe. La fe y la razón son dos campos que necesitan ser equilibrados y complementados.

Esta postura se sitúa entre el fideísmo y el racionalismo.
A los racionalistas le responde: Crede ut intelligas ("cree para comprender") y a los fideístas: Intellige ut credas ("comprende para creer"), pues es imposible creer sin razón. San Agustín quiere comprender el contenido de la fe, demostrar la credibilidad de la fe y profundizar en sus enseñanzas.

Filosofía

Los principios que componen y en los que se inspira la filosofía de San Agustín son la interioridad, participación e inmutabilidad.

Con el primero hace una invitación al sujeto para que se vuelva a sí mismo, pero no para pararse en el sujeto, sino para que se dé cuenta de que en él hay algo más que lo trasciende. La mente humana está en relación con las realidades inteligibles e inmutables. Con este principio demuestra la existencia de Dios, prueba la espiritualidad del alma y su inmortalidad y además da una explicación psicológica de la Trinidad.

El segundo principio podemos enunciarlo así: todo bien o es bien por su misma naturaleza y esencia, o es bien por participación; en el primer caso es el Bien sumo, en el segundo caso es un bien limitado. Esta participación puede ser: la participación del ser, de la verdad y del amor.

En cuanto a la inmutabilidad, el ser verdadero, genuino y auténtico es sólo el ser inmutable. No existe de alguna forma o en cierta medida, sino que es el Ser. Este principio vale para distinguir al ser por esencia del ser por participación



"...
Cuando tenga que dejarte por un corto tiempo,
por favor no te entristezcas ni derrames lágrimas
ni te abraces a tu pena a través de los años.
Por el contrario empieza de nuevo con valentía,
con una sonrisa por mi memoria.
En mi nombre vive tu vida
y haz todas las cosas igual que antes.
No alimentes tu soledad con días vacíos
sino llena cada hora de manera útil.
Extiende tu mano para confortar y dar ánimo
y a cambio yo te confortaré y te tendré cerca de mí;
¡ Y nunca, nunca tengas miedo de morir
porque yo estaré esperándote en el Cielo !

..."

1 comentario:

Anónimo dijo...

"¡Tarde te ame, belleza siempre antigua y siempre nueva! Tarde te ame.
Tu estabas dentro de mi, pero yo andaba fuera de mi mismo, y allá
afuera te andaba buscando".

San Agustin.