martes, 27 de enero de 2009

FORO SOCIAL MUNDIAL 2009


x Carlos Henrique Àrabe


Este artículo es parte del dossier sobre altermundialismo publicado en la revista “Contexto Latinoamericano”, No 7, Enero-Marzo, 2008, de Ocean Sur, Ciudad de México.


El FSM como encuentro de la diversidad de resistencias y en la búsqueda de vías internacionalistasEl Foro Social Mundial (FSM) continúa siendo el principal esfuerzo internacional de reflexión crítica frente a la globalización capitalista y de aproximación de los movimientos políticos y sociales de crítica y oposición a ella. Aunque sus resultados para la globalización de las luchas sociales estén regidos por varios factores y se puede decir que aún son muy modestos, la conquista o reconquista de elementos internacionalistas en las concepciones de alternativas tiene una enorme importancia. Ninguna otra gran articulación internacional de los oprimidos parece haber surgido en condiciones de sustituir o superar al FSM. Para ser más claro, nos estamos refiriendo al tiempo presente, al gran período abierto por la simultaneidad entre crisis de las formas de dominación imperialista, por un lado, y por el otro, las movilizaciones sociales de oposición, de presentación de alternativas radicales en busca de representatividad popular y de intentos parciales de sustituir los regímenes alineados al imperialismo que se vienen desarrollando desde finales de los años noventa. Al señalar los aspectos críticos sobre el propio FSM no subestimamos su papel, por el contrario, ese ejercicio forma parte de la lucha para que florezcan sus mejores características internacionalistas.


El mundo y sus partes


Uno de los mayores retos del proceso de internacionalización de las luchas sociales y políticas es la interconexión con los procesos nacionales. En el transcurso de las diferentes ediciones del FSM hay momentos en que la identidad de las resistencias y de la búsqueda de alternativas se aproxima a las luchas nacionales concretas (y viceversa), mientras en otros esa relación parece muy distante y fluida. En el primer caso está el FSM, versión América Latina (realizado en Caracas); en el segundo, se encuentra la última etapa realizada en Nairobi.


Es posible que en 2009 tengamos un FSM más relacionado con los procesos nacionales y regionales para vencer el neoliberalismo, sobre todo en América del Sur. Más que eso, debemos trabajar con este propósito, para que Belém do Pará sea un marco en la construcción de un nuevo nivel de coordinación de las luchas, de la solidaridad activa y de convergencia de debates estratégicos de los movimientos sociales y políticos en América del Sur. Para lograr ese objetivo, no basta esperar por ese momento, es necesario identificar hoy los caminos de construcción y de aproximación, dentro de la preparación del FSM, que puedan significar cúmulos concretos en esa dirección.


Si esa dimensión internacionalista parece posible, otras dimensiones parecen distantes. ¿Cuál es el balance del post-VII FSM en Nairobi? ¿Qué avances obtuvimos en los territorios de América del Norte y en Centroamérica, en África, en Asia y en Europa, e incluso, en las campañas transversales entre continentes que han estado ausentes, para decir lo mínimo?
Es lógico pensar en avances desiguales en las luchas sociales y políticas entre los continentes, pero no resulta razonable considerarlos estancados y mucho menos satisfacernos con avances localizados, aunque no combinados con las demás áreas de conflicto y crisis del planeta. Por tanto, no se trata de elogiar un latinoamericanismo.


Si ya en la América del Sur, donde podemos identificar avances relativos, no parece que se desarrolle en la escala y en el ritmo deseable un proceso de integración, ¿qué podemos decir del resto de los continentes? No proponemos esa cuestión para exasperarnos ni tampoco para cobrarle al FSM la solución de un problema tan gigantesco. Es necesario su análisis para comprender la fase bastante inicial y muchas veces precaria de nuestro movimiento y de las condiciones que le dieron origen, que lo alimentan, pero que también implican limitaciones estructurales.
Un internacionalismo renovado y en construcción debe proponerse dar pasos hacia el conjunto de las luchas en todo el mundo, aunque parezca imposible, por ahora, dar todos los pasos necesarios al mismo tiempo.
Sin restringir los avances organizativos y políticos posibles en nuestra América, debemos colocar en la agenda la reanudación de las campañas mundiales y la elevación del nivel de contacto de las experiencias, de los debates y de las luchas en el conjunto de los continentes.


Doble sincronización en América del Sur: de los procesos nacionales de superación del neoliberalismo, pero también de las reacciones conservadoras


Constatamos en América del Sur avances nacionales en la lucha por vencer al neoliberalismo en Brasil, en Bolivia, en Venezuela y en Argentina, sin excluir también otros procesos como el de Uruguay y Ecuador. La reelección de Lula en 2006, con la vigorosa manifestación popular en favor de la continuidad de su gobierno y contra la torturante campaña de la derecha y de los medios de comunicación, alimentó esperanzas de cambio de ritmo y calidad de la transición difícil que se opera en Brasil. Se constató que uno de los momentos cruciales de la disputa de Lula y del Partido de los Trabajadores (PT) con la derecha brasileña fue el punto de la relación con Bolivia, en la cual Lula defendía el derecho legítimo del pueblo boliviano y la derecha llamaba al uso de la fuerza militar para defender los «derechos» de la empresa petrolífera brasileña en suelo boliviano. Lula venció, la izquierda venció. La reciente visita de Lula a Bolivia y la renovación de pactos de solidaridad con el gobierno de Evo Morales, en un momento en que este es atacado violentamente por parte de la derecha boliviana, no es un hecho menor. La defensa de Chávez emprendida por Lula y del plebiscito constitucional en Venezuela también contribuyó a la solidaridad entre los procesos nacionales en curso en esos países. La aproximación firme entre Brasil y Argentina, en sus relaciones políticas y comerciales, constituye otro factor positivo y estructural para la construcción de la Unión Sudamericana.
A esos factores de origen brasileño, podemos, sin dudas, agregar otros de diversos países, que se encaminan en la misma dirección. Sin embargo, eso no quiere decir que todo va bien en la construcción de una esfera soberana ante el imperialismo en América del Sur. Este continúa pesando negativamente, sobre todo en Brasil, con grandes limitaciones en política económica y en distribución democrática de poder internamente.Además, parece haber una nueva sincronía de derecha, que se va irguiendo para obstaculizar la evolución democrática de los procesos en curso dirigidos a derrotar al neoliberalismo. La más grave de todas ocurre en Bolivia, donde la derecha avanza en la organización de designios declaradamente golpistas. En Venezuela, esa reacción se expresó en el movimiento de oposición a la reforma constitucional, aunque no todos los factores de la derrota son de la competencia de la derecha. En Brasil, la reciente derrota del gobierno de Lula en la renovación de un tributo destinado a financiar la salud pública y, al mismo tiempo, eficaz en el combate al fraude y al crimen organizado a gran escala, derrota dirigida, personalmente, por el ex presidente Fernando Henrique Cardoso y justificada por el argumento de que era necesario vencer a Lula y retirarle recursos para las políticas sociales –uno de los puntos centrales del apoyo popular a Lula– se inserta en la escalada del combate de la derecha. Al mismo tiempo, ese hecho viene a cuestionar el esquema esencialmente tradicional y sin llamado a la movilización social que ha caracterizado el modo de gobernar de Lula. Esa sincronía de las acciones de la derecha para obstaculizar los procesos encaminados a vencer al neoliberalismo, con diferencias en el grado de radicalización de los conflictos, parece constituirse en un hecho nuevo, y debe motivar una rápida reflexión y la acción correspondiente por parte de los movimientos sociales que se desarrollan paralelamente a las experiencias de gobierno. El problema democrático parece más difícil de ser encaminado que la cuestión económica en las vías de transición posneoliberal en América del SurLa conquista de gobiernos nacionales en diversos países de América del Sur por movimientos político-sociales en oposición al neoliberalismo permitió promover reorientaciones en las políticas económicas de esos países, con diversos grados de coherencia, de dificultades y de eficacia, pero en la dirección de constituir rutas alternativas frente a las hasta entonces dominantes, marcadamente neoliberales y bajo el yugo de los Estados Unidos. El impulso popular aliado a la crisis de las reformas liberales propició elementos de cambios económicos más o menos significativos. En gran parte eso se debe a que el Estado-patrón sudamericano no haya sido totalmente destruido y que conservase, por el poder de regulación o por la posesión de empresas, estructuras de acción económica que han venido siendo, más o menos, revertidas en beneficio del desarrollo nacional. Ese proceso no tiene correspondencia automática con cambios de la propia estructura de poder. En ese punto fundamental, las variaciones entre los procesos son cualitativas. En Brasil, cambió el mando de gobierno, pero no las estructuras y el modo de gobernar, aunque el reclamo popular a Lula ejerza un papel fundamental y, en ocasiones, hasta inhibidor, en sustitución de un proceso de participación popular. En Venezuela, después del golpe, se intensificó una amplia reforma del Estado, una amplia movilización popular; sin embargo, no parece que se llegó a un proceso de ejercicio más directo del poder por parte del pueblo, a pesar de los grandes esfuerzos en ese sentido. En Bolivia el proceso de la constituyente expresó una vía democrática radical de refundación democrática de la nación; no obstante, también parece que fue aprovechado por la derecha para su rearticulación y rearme golpista.El desafío democrático-popular parece estar en el centro de la definición de las posibilidades de los procesos en curso en América del Sur. La democratización radical del poder, con participación popular y con el ejercicio directo del poder por parte de las masas, es un tema clave en las transiciones que estamos atravesando.


En Brasil el debate en el PT señaló la necesidad de convocar una Constituyente, respaldada por la movilización popular, para cambiar el sistema representativo, aún dominado por la corrupción, por las oligarquías y por nuevas «castas» parlamentarias. La derecha inmediatamente lo repudió, como era de esperar, y asoció el movimiento a la hipótesis de un tercer mandato para Lula, caballo de batalla ficticio erguido por esa misma derecha y sus medios de comunicación. La batalla, no obstante, recién comienza y ya tiene tropiezos. Todavía no está claro cuánto tiene de verdad, o sea, hasta qué punto el gobierno de Lula y el PT están dispuestos a cuestionar y a transformar el modo tradicional de hacer política en Brasil, en franca contradicción con el intento de cambiar el patrón de desarrollo nacional. Dentro de esa disyuntiva mayor, un tema continúa como «tabú» en el PT, el del combate a la corrupción y el de la adopción de una ética pública y popular en la conducción de la representación parlamentaria, en el ejercicio de los mandatos ejecutivos e incluso, hasta en las conductas de disputa interna del mayor partido de izquierda brasileño.


Ese conjunto de cuestiones de carácter democrático-popular, socialista para ser más exactos, está en el centro de los desafíos de la revolución sudamericana y puede ser nuestra contribución al avance del internacionalismo en el presente. El debate internacional sobre ese tema ya se mostró en Caracas, durante el FSM latinoamericano de 2006. Puede y debe volver a presentarse en 2009, en Belém do Pará.


CARLOS HENRIQUE ÁRABE, cientista político, es miembro de la Dirección Nacional del Partido de los Trabajadores (PT) de Brasil. El Foro de São Paulo, espacio de articulación de los partidos de izquierda y progresistas de América Latina, del cual el PT es miembro destacado, viene participando en el Foro Social Mundial desde sus inicios, en debates y articulaciones con movimientos sociales, y recientemente fue incluido por el Consejo Internacional del FSM como observador permanente en sus reuniones.

No hay comentarios: