miércoles, 10 de diciembre de 2008

Hippies


Hace más de 40 años más de 100.000 jóvenes se reunían en San Francisco para celebrar el nacimiento de una contracultura opuesta a la sociedad de consumo, basada en la paz, el amor, la ecología y la expansión de la conciencia. El acontecimiento se conoció como Verano del Amor, representó el nacimiento del hippismo y tuvo un impacto mundial. A pesar de lo efímero del movimiento su huella todavía se percibe en la cultura global, en elementos como la incorporación de disciplinas orientales, del ideal de la vida sana o del interés por la ecología a la vida cotidiana.

"El movimiento hippie fue un sacudón, comparable con ese cambio de piel que hacen las serpientes para poder crecer y sus consecuencias se pueden ver aún hoy en la cultura que vivimos todos los días. En el yoga, el ideal de la dieta sana o de la ecología, que están instalados definitivamente entre nosotros. Sus aplicaciones prácticas también están a la vista y creo que es lo más útil que quedó una vez pasada la etapa de los excesos: entidades como Greenpeace, Amnesty International o Médicos sin Fronteras no existirían sin los ideales instalados por el hippismo y la generación del '60", dice Pipo Lernoud, poeta periodista y uno de los primeros hippies argentinos, aunque en aquel momento prefirieran llamarse a sí mismos "náufragos". Y lo hace en un momento especial: cuando se cumplen 40 años del Verano del Amor, aquel acontecimiento inaugural que reunió a más de 100.000 jóvenes en el barrio de Haight Ashbury, en San Francisco y marcó un antes y después en la cultura del siglo XX.





Fue un evento plagado de excesos que despertó devociones y controversias y que pronto abandonó su dimensión local para generar un impacto global. Toda una generación instalaba a través de él una contracultura basada en un fuerte cuestionamiento a la sociedad de consumo, al capitalismo, al imperialismo y a la guerra. Los pilares fundamentales verían la luz durante ese mismo 1967. Desde el disco Seargent Pepper, de Los Beatles a The Pipper at The Gates Of Down, de Pink Floyd o Surrealistic Pillow, de Jefferson Airplane, convertidos a partir de entonces en clásicos insoslayables de la música pop. Todo en el marco de una movida que reivindicaba al mismo tiempo las consignas "paz y amor" y "sexo, droga y rock and roll" y la expansión de la conciencia a través del uso de drogas psicodélicas (de psique y delos: ampliación de la mente) como el LSD, que había sido legal hasta el año 1966.

Como contrapartida, el impacto inicial del hippismo en la Argentina sería minoritario, según recuerdan quienes fueron sus protagonistas. Bajo la dictadura militar de Juan Carlos Onganía, que hasta prohibía a las parejas besarse en las plazas, se vió reducido a mínimas expresiones hasta que en setiembre de 1967 la aparición del simple Ayer Nomás/La Balsa, de Los Gatos, le dio cierta repercusión. A partir de entonces se expresaría primero a través de la obra de grupos musicales -como la mayoría de los fundadores del rock nacional- y más adelante mediante el intento de instalar comunas en el interior del país, en localidades como San Marcos Sierra y El Bolsón. Pero, en una época políticamente convulsionada, la postura hippie no sólo encontró la oposición del poder, sino también la de los jóvenes enrolados en las organizaciones políticas del campo popular, que consideraban al hippismo una expresión más de la colonización cultural.





A 40 Años De Hight Ashbury


"Si vas a San Francisco/Asegurate de llevar flores en tu cabello", proclamaba un himno del grupo The Mamas And The Papas que se popularizó en el Verano del Amor y se transformó en la banda sonora de una movida que tomó por sorpresa a buena parte de la sociedad estadounidense bajo el rótulo "Poder de las flores" (Flower Power).





Claro que había habido algunos antecedentes que para muchos pasaron desapercibidos. Los trabajos que los grupos Fugs, Mothers of Inventions (liderado por Frank Zappa) y el artista Andy Warhol venían desarrollando en Nueva York desde tiempo atrás a partir de nuevos criterios estéticos. Y un ejemplo más evidente: la sentada protagonizada por el poeta Allen Ginsberg, el profesor de Harvard y gurú del LSD Thimoty Leary y la banda Jefferson Airplane frente a cientos de jóvenes en el parque Golden Gate en enero de ese mismo año, donde comenzaban a difundirse los principales postulados del hippismo.

La repercusión que tuvo ese evento (conocido como Human Be In) funcionó como un disparador para un Verano del Amor que arrancó tímidamente en la primavera: centenares de jóvenes de Estados Unidos se dirigían en insólita peregrinación hacia el barrio de Haight Ashbury, en San Francisco, famoso por sus alquileres baratos que habían llevado hasta allí a parte de la bohemia beatnik.





"Si podés recordar los '60 es porque no estuviste ahí", dice un dicho muy repetido entre los estadounidenses de esa generación. A pesar de eso, el testimonio de quienes participaron del Verano del Amor, lo recuerdan como un episodio efímero y descontrolado, que sin embargo marcó a fuego la cultura global sin que en ese momento se pudiera apreciar la magnitud de ese impacto.
En Hight Ashbury se concentraban cientos de jóvenes fácilmente reconocibles por sus atuendos deudores de la indumentaria oriental, por sus símbolos de la paz y por los vivos colores de sus ropas. Celebraban el nacimiento de una contracultura basada en la vida comunitaria apartada de la sociedad de consumo y el "american way of life"; en la reivindicación de la paz en oposición a la creciente convocatoria de jóvenes norteamericanos para pelear en Vietnam; en el rescate de ritos orientales y de prácticas como la alimentación sana y el cuidado de la ecología.
Pero no eran esos los aspectos del movimiento que generaron los más virulentos anticuerpos entre las autoridades y la prensa norteamericana, sino otros: en Haight Ashbury cundía el uso de drogas psicodélicas, especialmente el ácido lisérgico (LSD) y era una práctica natural el amor libre, con su correlato de cientos de afectados por enfermedades venéreas.

El Verano del Amor comenzó a atraer turistas que recorrían el barrio en colectivo, mientras la comunidad más comprometida en los ideales del hippismo (los Diggers) abrieron una tienda que repartía alimentos gratuitos para los hippies que recién llegaban y un hospital (Free Clinic) para atender malos viajes de drogas y enfermedades de transmisión sexual.

El negocio Psychedelic Shop, especializado en la venta de adminículos para consumir drogas, literatura esotérica y posters coloridos actuaba como epicentro del movimiento, que se expresaba a través de un periódico multicolor (Oracle) y una FM donde se difundían los principales grupos psicodélicos del momento.





Esa infraestructura permitió a los grupos de rock de la época desligar sus estéticas de las impuestas por la industria musical. Así nacieron iniciativas como The Doors, Jimmy Hendrix Experiencie o Jeferson Airplane, basadas en letras con mayor contenido social y un fuerte interés por la experimentación sonora.

Con todo, pronto el barrio entró en una marcada decadencia, se multiplicaron los episodios de violencia, las epidemias y la represión policial. Las drogas duras, que a la larga se llevarían a referentes como Janis Joplin, Jim Morrison y Jimmi Hendrix- entraron en escena haciendo el panorama más oscuro. Y esos factores llevaron a que los mismos hippies -encabezados por los Diggers- hicieran ese año una ceremonia de "Entierro del Hippie" en el mismo barrio para sugerir el abandono de las ciudades y el traslado de las comunidades hacia ámbitos rurales donde vivir de una manera natural y apartada de la sociedad de consumo.

No obstante, el efervescente momento cultural representado por el Verano del Amor estaba lejos de apagarse. Vendrían nuevos festivales de música, otros discos destinados a marcar hitos y la época de las peregrinaciones de largo aliento hacia Katmandú y otros lugares de oriente. Pero el momento de eclosión del hippismo ya había quedado, en cierto modo, definitivamente atrás y sus principales símbolos y postulados terminaron asimilados por su peor enemigo: la sociedad de consumo, que los convirtió en productos.





El Legado


El 40º aniversario del Verano del Amor instaló una pregunta casi obligada ¿Qué quedó de aquellos postulados hippies, qué de aquella contracultura que nació con un ímpetu arrasador y siguió su derrotero entre la claudicación, el anonimato y la tragedia?

Las opiniones son divergentes. Para los editores de la revista Rolling Stone, vocera de la contracultura y que también cumple por estos días cuarenta años, "los valores de aquella época no sólo sobrevivieron; en muchos sentidos son los predominantes de nuestros tiempos".

En la misma sintonía, uno de los integrantes de la comuna hippie de los Diggers de Haight Ashbury, consideró en recientes declaraciones al diario San Francisco Chronicle que "los objetivos políticos del movimiento fallaron, pero no así los culturales. No terminamos con el capitalismo ni con el imperialismo, pero los objetivos culturales, todos funcionaron".

¿Cuáles son los principales ecos que el hippismo imprimió en la cultura? Pipo Lernoud ensaya una lista donde está presente el yoga y todas las disciplinas orientales adoptadas por la cultura occidental. Desde la meditación hasta el karate. También el ideal de una alimentación natural, de la "vuelta a la tierra" y a los valores ecológicos. Y una forma más abierta y libre de vivir la sexualidad'. Así como también, una mayor apertura para vivir las diferencias raciales.





Pero son elementos aislados, desvinculados del contexto que los hacía parte del movimiento hippie.
Las formas de organización hippie, aisladas de la sociedad de consumo, en la mayoría de los casos fracasaron, dice Lernoud, quien relata el caso de comunas estadounidenses que todavía viven de acuerdo a los postulados hippies, como The Farm, donde las decisiones son comunitarias, pero cada integrante del colectivo domina sobre su casa y mantiene distintos grados de intercambio con las ciudades.
Lo indiscutible, es el legado musical del movimiento, que mantiene plena vigencia. Y no sólo en los álbumes y artistas que marcaron una época y desde la siguen siendo referencia de las nuevas generaciones de músicos. También hay quienes creen ver reminiscencias psicodélicas en la música e iluminación de las actuales discotecas, herencia hippie en la forma de organizarse en "tribus" de los seguidores de las actuales bandas barriales y algo del espíritu festivalero del "Flower Power" en las grades raves que reúnen a miles de jóvenes, actualmente, en cualquier gran ciudad del mundo.


"Si podés recordar los '60, es porque no estuviste ahí", dicho popular


"Los valores de aquella época no sólo sobrevivieron; en muchos sentidos son los predominantes de nuestros tiempos", de la editorial por el 40º aniversario de la revista Rolling Stone, nacida en 1967.

"Sin el hippismo no tendríamos hoy incorporadas a nuestras vidas el yoga y otras disciplinas orientales; el ideal de la alimentación sana; de una mayor libertad sexual y una actitud crítica permanente hacia los políticos. Tampoco existirían entidades como Greenpeace, Amnesty International o Médicos sin Fronteras" Pipo Lernoud, uno de los primeros hippies argentinos.





"Los objetivos políticos que nacieron en el Verano del Amor fallaron, pero no los culturales" Peter Coyote, integrante de la comuna hippie de los Diggers, en Haight Ashbury.
"El hippismo fue un movimiento más cultural que político, porque cuestionó las mismas bases de la vida moderna estadounidense", David Getz de Big Brother and The Holding Company.

"Había un manantial de energía alrededor. Las ideas llegaban rápido y eran poderosas; toda clase de ideas, artísticas, políticas, musicales", de Paul Mc Cartney a Rolling Stone.
"Más que un psicodélico país de las maravillas, la zona de Haight Ashbury era una barriada superpoblada y los hippies, chicos perdidos, drogados y desilusionados", Marc Shapiro, biógrafo de George Harrison.

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