jueves, 27 de marzo de 2008
LILI MASSAFERRO, Un huracán libertario
Lili Massaferro es un nombre asociado a la militancia montonera. Pero la vida pública de esta mujer extraordinaria empezó antes y terminó después de los ’70. Laura Giussani, que la conoció desde muy chica, nunca la olvidó – cómo olvidar a un huracán-, y cuatro años después de su muerte la recuerda en una biografía basada en entrevistas a la misma Lili.
- Quiero entrar a las FAR- irrumpió Lili.
- Pará Lili, las cosas no son así, si querés podes colaborar.
Lo miró con ferocidad.
- Mirá, hijo de puta: me estuviste mintiendo hasta hoy, ocultándome la verdad, sabías que estaba desesperada, que necesitaba de los compañeros y no me dijiste nada. Si ahora se te ocurre insinuar que no tengo capacidad para militar, la patada en los huevos que te doy te la vas a acordar toda la vida.
El diálogo entre una auténtica Lili Massaferro y el poeta Paco Urondo pertenece a Buscada. Lili Massaferro: de los dorados años cincuenta a la militancia montonera, el primer libro de Laura Giussani, que acaba de publicar Editorial Norma.
Así era ella: directa, frontal, sincera e inteligente. Su vida estuvo marcada por una extensa historia de militante y por el asesinato de uno de sus cuatro hijos a manos de la policía.
Ni el sangriento golpe del ‘76 pudo con Lili, porque desde el exilio forzado colaboró incesantemente, por medio de la Comisión Argentina de Derechos Humanos (CADHU), en el esclarecimiento de las atrocidades que se estaban cometiendo en el país.
Era implacable. Y pese a que siempre parecía atrevérsele, la muerte tampoco logró torcerla fácilmente. Recién el 26 de abril del 2001, a los 74 años, en una Argentina ya democrática, y después de varias recaídas que siempre parecieron terminales pero nunca lo fueron, simplemente se dejó vencer.
Al igual que Lili, Giussani emigró en los ‘70 por la persecución que sufrían sus padres. Cuando volvió en el ‘83 comenzó a dedicarse al periodismo. Produjo programas en Radio Belgrano como Historias en estudio, conducido por José María Pasquín Durán y Jorge Dorio; y Lo mejor y lo peor, de Gloria López Lecube. Desde hace más de una década colabora con los libros de investigación periodística de su esposo, Hernán López Echagüe, con quien comparte el exilio forzado en Colonia desde 1998 por una nota que él escribió sobre el ex presidente Eduardo Duhalde para el diario Página/12.
En el luminoso departamento de Julia Constenla -íntima amiga de Lili, madre de la autora de la obra testimonial, y conectora de estos dos caminos-, Giussani abre su caja de memorias personales y despliega su análisis sobre lo que escribió.
- ¿Cómo recordás a Lili?
- Cuando vino a mi casa yo tenía sólo 12 años, y fue todo un modelo femenino. Ella era un huracán, una mujer imparable, reunía la potencia de una militante de barrio que va al frente con las cuestiones culturales y una belleza que llamaba la atención y que a ella no le importaba. Además, su llegada representó una época porque vino para la apertura democrática del '73, y junto con ella llegan todos los compañeros. Fue el resurgimiento de una euforia generalizada.
- Cuando en el libro relatás ese momento utilizás la primera persona.
- Sí, es en el único momento y es porque el ‘73 fue muy fuerte para todos, no sólo para Lili. Todavía hoy estamos tratando de entender qué pasó y por qué todo se fue al diablo. Teníamos una potencialidad de cambio impresionante. Por primera vez grandes sectores de la clase media estaban involucrados con un proyecto revolucionario. Tan grande fue el compromiso que hicieron falta 30 mil desaparecidos y unos cuantos exiliados para desarmar la trama social que se había generado en la Argentina. La brutalidad de la represión fue proporcional a la potencialidad de cambio que teníamos.
- ¿Cómo había llegado Lili a la militancia?
- Si bien ella siempre fue una mujer con posturas políticas, en el ‘71, con el asesinato de su hijo Manolo, toma la militancia como un compromiso necesario para vivir. Ella sintió, al igual que sus compañeros Rodolfo Walsh y Paco Urondo, que sus hijos estaban empezando a actuar según las ideas que ellos le habían inculcado. Era pensar “nosotros somos los que les hemos dado estas ideas a los chicos y ellos están ofreciendo la vida, y los están matando”. El empuje de una generación nueva en los ‘60, arrastra, y les otorga vitalidad a sus padres que redescubren una posibilidad de cambio. A los 40 años, ellos decidieron seguir con la misma potencia que tenían a los 20.
- Pero Lili va más allá, llega a ser un referente de las mujeres revolucionarias.
- Lili tenía un espíritu vivo y una personalidad fuerte y seductora con capacidad de movilización. Era única, pero también en esa época había un montón de mujeres militantes y con empuje. Ellas trabajaban en los barrios cuando los hombres se iban a las fábricas.
- ¿Pero entonces por qué cuando se habla de militancia se la relaciona siempre con los hombres?
- La mujer fue muy activa en estos grupos revolucionarios. En la toma de decisiones de Montoneros, por ejemplo, ellas estaban. Normalmente se habla de Rodolfo Walsh, Paco Urondo y Juan Gelman porque escribieron. Ellas no hicieron poemas pero quizás hicieron de su vida misma una obra. Creo que los hombres trabajan mucho más para la posteridad mientras que a nosotras nos interesa más la vida cotidiana, y eso ellos no lo entienden.
- ¿Y los hombres entendieron a Lili?
- Ella tuvo romances con Héctor Murena, Paco Urondo y Juan Gelman, pero el gran amor de su vida fue Marcelo Laferrere. Él era un liberal antiperonista que entendió que Lili era como era. En un momento determinado ella tuvo que elegir entre militar o su familia y eligió la militancia. Muchos la pueden cuestionar acusándola que abandonó a sus hijos. Yo digo que no abandonó nada, los dejó en manos de Marcelo que era un amor y que seguramente los crió mucho mejor de lo que los podía criar ella.
- ¿Fue una elección que priorizaba la libertad individual?
- Totalmente, es que ella demuestra una capacidad enorme de libertad. Irse a militar y decidir que no se queda siendo madre de familia es una elección de vida. Un padre está pasando un modelo, y me parece mejor adquirir como ejemplo esto de tomar tu vida en tus manos y hacer lo que se te de la gana. A mi me impresionó mucho que hoy los hijos no están enojados con su madre, sino todo lo contrario.
- ¿Se puede decir que era un ejemplo?
- Yo rescato que ella se animó a los riesgos de la vida. Esa es la única forma de vivir, incluso aunque esto te lleve a la muerte como a muchos de sus compañeros y amigos. Creo que ninguno hoy se arrepentiría de cómo pensó y obró en ese momento.
Artemisa Noticias
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Que increíble...
Precioso leer a Lili desde acá, después de un día como ayer.
¡Gracias!
Publicar un comentario