miércoles, 14 de abril de 2010

Alfonsina y Horacio

Alfonsina revela, en una critica que hace del trabajo de Horacio, no solo ser una profunda conocedora e intérprete de la obra de Quiroga, sino también comprender con cabal exactitud al hombre que hay detras de sus cuentos.

Esta felicidad de ser comprendido tal vez no alcanzó para sostener una relación que parece haber sido honda, pero sin duda debe haber colmado a ambos del goce que significa el descubrimiento propio a través de los ojos del otro.

Las fotografías los muestran siempre en actitudes y gestos divertidos. Sin embargo, cuando Quiroga resuelve irse a Misiones en 1925, Alfonsina no lo acompaña. Quiroga le pide que se vaya con él y ella, indecisa, consulta con su amigoel pintor Benito Quinquela Martín. Éste, hombre ordenado y sedentario, le dice: "¿Con ese loco? ¡No!"

La relación con Quiroga fue una oportunidad de encuentro excepcional. La simetría de sus situaciones, desterrados de ese paraiso original que representa la infancia feliz, pecadores más alla de las convenciones, en busca ambos de la redencion a través de la literatura, debió resultar difícil, pero también intensa.

Debió resultarle difícil a Alfonsina decirle que no a ese hombre barbudo y neurótico, pero encantador.

Encuentro
Lo encontré en una esquina de la calle florida
Más pálido que nunca, distraído como antes,
Dos años largos hubo poseído mi vida...
Lo miré sin sorpresa, jugando con mis guantes.

Y una pregunta mía, estúpida, ligera,
De un reproche tranquilo llenó sus transparentes
Ojos, ya que le dije de liviana manera,:
¿Por qué tienes ahora amarillos los dientes?

Cuando volvió Quiroga ambos reanudaron su amistad, que fue extinguiéndose en lo que pudo haber tenido de amorosopara dejar lugar a un vínculo que no se rompió sino con la muerte.
A principio de 1927 Horacio conoce a su segunda esposa, María Elena Bravo, amiga de su hija Eglé, y éste es el fin formal para Alfonsina.

"sus relaciones - si son o no juegos de amor o de inteligencia- con una de las anecdóticas, mujer de alto relieve intelectual, adquirieron caracteres deslumbrantes. El sexo estaba raramente allí con sus magnetismos cósmicos, pero tan rodeado de galas espirituales come esté el polen entre los pétalos. Abordaban los temas del amor, no com oamantes, sino como admirables esgrimistas. Por más inesperado y ágil que fuera el ataque, la réplica saltaba no menos repentina y ligera, Deslumbraban con sus mutuas sutilezas. Pero si el afecto de la joven blonda fue muriendo irremediablemente por exceso de idealidad, éste siguió el mismo camino por sobretarucaión de psiquismo"

Palabras de los amigos de Horacio sobre la relación con Alfonsina que duró más de 20 años.

Es probable que Alfonsina haya amado a Quiroga, pero seguramente lo apreció como el compañero que pudo haberla comprendido más que nadie en un ámbito en el que los dos eran excepcionales, y cuando el se mate, diez años después, ella le dedicará un poema conmovedor y memorable.


A Horacio Quiroga
Morir como tú, Horacio, en tus cabales,
y así como siempre en tus cuentos, no está mal;
un rayo a tiempo y se acabó la feria ...
Allá dirán.
No se vive en la selva impunemente,
ni cara al Paraná.
Bien por tu mano firme, gran Horacio ...
Allá dirán.
“No hiere cada hora –queda escrito-,
nos mata la final.”
Unos minutos menos ... ¿quién te acusa?
Allá dirán.
Más pudre el miedo, Horacio que la muerte
que a las espaldas va.
Bebiste bien, que luego sonreías ...
Allá dirán.
Sé que la mano obrera te estrecharon,
mas no si Alguno o simplemente Pan,
que no es de fuertes renegar su obra ...
(Más que tú mismo es fuerte quien dirá.)
Alfonsina Storni
Quiroga se suicida tomando cianuro, ella habla profundamente de él desde ella, en forma especular como un doble yo.

En 1938 Alfonsina, ya muy enferma vive en Colonia hasta mediados de octubre, que retorna a Buenos Aires, trasladándose a Mar del Plata el 18.
El martes 25 a la 1 de la madrugada “se precipita en el mar desde la escollera”, palabras de su
hijo Alejandro (Alfonso Storni), argumentando en que allí se encontró “un zapato”.

Su última poesía la escribe el día 24 de octubre 1938 en que resuelve su final, esa
misma tarde la envía al diario “La Nación”, que fue publicada al otro día con la nota necrológica.

Su vida y su muerte fueron una manera de crear.-

Ésta lleva por título:

“Voy a dormir”

Dientes de flores, cofia de rocío,
manos de hierbas, tú nodriza fina,
tenme prestas las sábanas terrosas
y el edredón de musgos escardados.

Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame.
Ponme una lámpara a la cabecera;
una constelación: la que te guste;
todas son buenas; bájala un poquito.

Déjame sola: oyes romper los brotes...
te acuna un pie celeste desde arriba
y un pájaro te traza unos compases
para que olvides... Gracias. Ah, un encargo:

si él llama nuevamente por teléfono

le dices que no insista, que he salido...

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